Un salto cultural
Me llamo Robertus Kardi, tengo 31 años, vengo de
Indonesia y soy misionero javeriano. En el 2018, después de terminar mis
estudios teológicos en Italia y haber sido ordenado sacerdote en mi
país, he sido enviado a trabajar en España. Actualmente estoy en la
comunidad javeriana de Madrid junto con hermanos de varios países: España, Méjico, Brasil e Italia.
Durante unos siete meses he seguido el curso
intensivo de español en una academia en Madrid. En este período, me he
concentrado casi exclusivamente en el estudio de la lengua. No ha
sido fácil porque he tenido que cambiar mi manera de pensar según la
lógica del castellano. Para lograr este objetivo, ha sido importante escuchar,
observar, tratar de entender y no tener miedo de equivocarme al hablar.
Además, este primer año ha supuesto una oportunidad para adaptarme
poco a poco a nuevas situaciones: el clima, el ambiente, la comida, la
comunidad, etc. Este salto cultural no siempre es fácil, pero
siendo misionero que confía totalmente en el Señor, el camino me ha
resultado mas llevadero. Ha sido la primera misión que he
tenido que realizar.
El envío: sorpresa y alegría


No es fácil vivir esta situación como misionero,
especialmente cuando tienes en la mente la perspectiva de que los
misioneros son los que viajan por el mundo para convertir y bautizar a
mucha gente. Imaginar las respuestas correctas
a estas mis preguntas, al principio me generó temor y una cierta
ansiedad. Hasta que finalmente me di cuenta de que, en primer lugar, la misión
es la totalidad y la sinceridad para entrar en una nueva realidad social,
cultural y eclesial, cuyo único propósito es anunciar el Evangelio.
Y, por supuesto, como misionero no vengo como salvador, sino solo como
servidor que quiere vivir la actitud de humildad. Solo
así podemos vivir la misión juntos, como comunidad, ya que nunca la
vivimos solos. Y la misión siempre se lleva a cabo con una actitud esperanzadora.
Desafíos como oportunidades de misión
Pienso que la realidad actual de España, donde la
indiferencia y el escepticismo en muchos aspectos de la vida y
también de la fe, son fuertes, necesita valores
fundamentales que nosotros encontramos solo en el Evangelio. Creo que
la calidad y el valor de la vida nunca están determinados por el
poder, dinero, estatus, egoísmo de grupo, etc. Como misioneros, partimos de
los valores evangélicos, teniendo en cuenta los aspectos más esenciales de
la vida, o sea se trata de multiplicar acciones proféticas con las cuales
podamos transmitir mensajes de amor en situaciones de odio, de perdón en
situaciones de ofensa, de aceptación en situaciones de rechazo, de dialogo y
cooperación en situaciones de competitividad, y de invitación a
compartir en situaciones marcadas por el egoísmo. El mensaje evangélico
puede ser transmitido por estas acciones, ya que se refieren a las
realidades más significativas de la vida. El Evangelio
debe adentrarse en la vida, en su realidad concreta e indicar el
camino justo hacia la plenitud de la vida. Por lo tanto, la gente tiene
que sentirlo, no solo entenderlo, sentir la fe en Jesucristo y vivirla fielmente cada día es algo muy importante en todos los aspectos de
su vida.
Es verdad que entre nosotros hay mucha gente que se ha
alejado de la Iglesia o decide no creer en Dios. Esto nos es nuevo. A lo
largo de su existencia en el espacio y el tiempo, la Iglesia siempre
se ha enfrentado a esta situación. Así que, ante los
desafíos actuales, veo una gran oportunidad para vivir la misión. Es
decir, los desafíos nos empujan a buscar siempre formas nuevas de anunciar
el Evangelio. Por ejemplo, para los que son indiferentes a la fe o los que se
alejan de la Iglesia, como misioneros estamos llamados a acercarnos a ellos
creando relaciones buenas y amistosas. Estoy convencido de que en la amistad se
puede llegar a algo más espiritual.
Indonesia: pequeña voz profética

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