26 oct 2013

MES MISIONERO - 26 OCTUBRE

26 DE OCTUBRE

ORACIÓN

Suscita misioneros, Señor.
Que haya bocas que pregonen tu nombre.
Que haya ojos de creyentes
que vean las necesidades de los hermanos.
Que haya pies valientes
que vayan a donde nadie va.
Que haya corazones que se entreguen
a los que nadie se entrega.
Que haya bocas que anuncien
que Tú eres el Dios de la salvación.
Que haya vidas que se entreguen
para que otros tengan tu vida.

Que haya manos de creyentes
que den la mano
a los que buscan y no encuentran.
Que haya generosidad entre los creyentes para llevar tu Reino
a todos los rincones de la tierra.
Señor, suscita misioneros en tu Iglesia.

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 13,1-9)

En aquella ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.""

TESTIMONIO MISIONERO

El hospital de Palenque abrió hace dos meses una consulta para asesoría y diagnóstico de VIH-SIDA. Una mañana se acercaron al hospital una mami joven y su hija adolescente. Tiene 13 años. La consejera les recibe. Hablan un ratito largo. Comparten vida. Finalmente madre e hija se pinchan para la prueba. Somos nuevos en estos menesteres, empezamos hace un mes. Esta vez, ha sido la primera, el test rápido de la joven resulta positivo. Se repite con otro método, aún queda la esperanza de error. De nuevo lo mismo.
La vida en el campo, en estos lugares aislados y pobres, es muy dura. En una casa de pocos metros conviven a veces 8, 10 personas, si no más. La distancia a la casa más próxima es grande. No hay luz. No hay agua. El día a día se consume mirando por una ventana, la siembra, las gallinas, lavar la ropa, ir a por el agua… La mujer es de la casa y ayuda en el campo. La mujer es para los hijos que hasta hace pocos años no tenían escuela cercana a la que ir ni quien les enseñara otra cosa que a vivir.
A los 11 años, un hombre mayor empezó a hacerle regalos y otras cosas. Luego “me hizo suya”. Desde entonces la encerró en su casa. No permitía que hablara con nadie ¿Quién iba a ir hasta allá? Quizá pasaban por los lindes de la casa para cultivar sus tierras. Quizá sabían, pero esas cosas no se comentan. Su mamá había sido abandonada por el esposo y tenía nuevo compromiso. Consintió que su hija viviera (¿?) de aquel modo… Allí concibió y nació su hijo, su esperanza.
El hombre murió flaco. “Algo tenía al hígado y a los pulmones”. Ella le cuidó, porque aunque había sido mujeriego, a ella le fue fiel.
En la consejería del hospital hay dolor ¿Cómo informamos a una niña-madre de 13 años? Cuando vamos a hacerlo, nos cuenta a solas su historia: la cosa sigue. Ahora su mamá la tiene cuidando a otro nuevo hermanito. Le amenaza con dar a su hijo a alguien. Le pega. Ella quiere trabajar. Pide a los vecinos un dolarcito y lo va escondiendo para tener para marcharse un día con su hijo. No sabe dónde. A trabajar. Tiene una hermana en Guayaquil de la que no sabe en los últimos cuatro años, pero tratará de buscarla. Allí estará cerca para hacerse los controles.
¿A quién quieres que le contemos lo que te pasa? A nadie. Yo sola puedo. Lo otro será peor. Si mi hijo está bien, yo tengo que luchar para que crezca de otra manera… Dicen que la comunidad es buena, que allí se hace trabajo con los compañeros y que así se ahorra… Quizá allí se lo cuente a alguien.

(Testimonio de Maite Labayru desde Palenque, Ecuador, en Los Ríos, 222, p. 42)

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