¿Cuánto de ti? ha sido la música de fondo o
estribillo de la VIII Marcha Misionera Diocesana de Córdoba, nos hemos dado
cita a las 10:00 de la mañana para esta marcha misionera, alegres jóvenes venidos
de diferentes partes de la diócesis, con entusiasmo y alegría al encuentro de
un Jesús que nos anima a la misión. Este año la figura de un santo que nos ha
inspirado para la marcha fue San Maximiliano María Kolbe, franciscano
conventual, polaco y enamorado de la Inmaculada.
Para muchos aún, un desconocido, para otros una
estrella nueva que urgía con esa pregunta interior ¿Cuánto de ti? Sí el lema ya
habla por sí sólo, expectación y confianza. Entre los 530 que se han inscrito,
algunos porque otros iban, otros porque la marcha ya forma parte de su caminar
cristiano, otros porque la misión nunca deja de entusiasmar. Pero la
expectación de hablar hoy de Maximiliano María Kolbe sembraba una inquietud
interior que no dice su nombre.
No hay marcha misionera sin una oración, sin un
testimonio, sin un redescubrir las razones para caminar. Y así, jóvenes, chicos
y chicas, nos han introducido en el escenario de una vida entregada e
intercambiada generosamente. Para los que sabían poco del padre Kolbe, ahí
iniciaba algo que iría, como ritornelo, haciendo mella en el corazón.
Una
performance, con música y escenario joven y lleno de comunicación.
Colores misioneros a través de pañoletas, algunos ya a rayas que hacían pensar
en los prisioneros, una silueta que evocaba al franciscano Kolbe, todos los
ojos atentos, los oídos a la escucha y el corazón entrando en la sintonía con
las imágenes. Los chicos de Villa del Río y alguno más de Santa Luisa de
Marillac dirigidos por Don Miguel David Pozo han sabido ponernos a tono e iniciar
con belleza la transmisión de una vida que se dona. Impactante el gesto,
hermoso, silencioso ese cambio por aquel padre de familia, “soy sacerdote
católico” ocurría un cambio de suerte. Una joven comentaba después: “yo
no entendía nada al principio, pero cuando he visto ese gesto algo me ha
llegado muy fuerte, sí ahí entendí todo”. Emoción y descubrimiento,
pero cuando Guillermo Padilla, seminarista diocesano de quinto del Seminario
San Pelagio, cogía la cruz misionera y abrazaba al que hacía las veces de
Maximiliano Kolbe algo ha saltado del escenario a cada uno de los espectadores,
era como un ¿CUÁNTO DE TI? cristalizándose en cada uno de nosotros. Su
sencillez y gran fe, observada incluso cuando continuaba a hablar, hubo
momentos en que cerraba sus ojos, una experiencia para entender y vibrar, sus
sueños, los encuentros con la misión, con personas, su juventud y gran alegría
para ir dando pasos al ritmo preguntarse lo que Dios quiere de mí, y responder
generosamente desde la fe.
Esto ha sido el inicio que ha
subyugado espíritus y ha envuelto en un mismo caminar esa mañana soleada por
los campos del Valle bajo del Guadalquivir. La marcha iniciaba, pero con nuevas
disposiciones interiores, no extrañaba para nada los hábitos de tres frailes
conventuales entremezclados entre todos, tampoco la figura de los sacerdotes o
seminaristas, muchos jóvenes, unos pequeños y otros no tanto, alegría,
comunicación, sí todo eso, lo normal, pero no se ha oído rechistar a nadie por
el cansancio, la primera cuesta ha sido dura, pero el corazón estaba aún
rebosante para ir más allá de las fatigas. En El Rinconcillo, nos hemos
dividido en 25 grupos, cada uno de los seminaristas y los jóvenes de la
delegación de misiones se han cogido un grupillo, entre veinte y veintidós de los
diferentes pueblos y ciudades. Vaya que
se han impregnado, era difícil hacerles ver que el tiempo había terminado para
reanudar la marcha.
A eso de las 14:45 llegábamos un poco cansados y con
hambre a la cancha de fútbol. El alcalde del pueblo nos ha recibido, recordado
que La Carlota lleva 250 años de vida, que la parroquia de la Inmaculada los
mismos y que nosotros íbamos a marcar ese acontecimiento. El cansancio había
desaparecido después de un buen bocata, agua y alguna cosilla más. Fray Juan
Cormenzana, venido de Madrid con otros dos franciscanos conventuales y con un
regalo: la reliquia de San Maximiliano Kolbe (unos pelos de su barba), nos
ha hablado de este santo indicando tres cosas del santo: amor a Cristo, a la
Inmaculada y a las misiones. En su pasión por que el Evangelio llegue a todos
los rincones del mundo. Estas tres pasiones lo llevaron a Japón sin hablar japonés
y con el deseo de anunciar el Evangelio con una gran confianza en la
Inmaculada.
Así, para sorpresa de todos y acompañar la procesión, de la reliquia, la imagen de San Maximiliano y
la de la Inmaculada, la banda del pueblo
nos ha acompañado hasta la Iglesia durante un kilómetro y seiscientos metros
dando vida a La Carlota que veían una juventud alegre y llena de fe.
En la plaza de la Iglesia nos esperaba preparado el
altar y el pastor de nuestra diócesis
Don Demetrio Fernández acompañado de Don Antonio Evans, delegado de
misiones y de muchos sacerdotes y fieles que ahí se habían congregado para
celebrar la comunión con el Señor Jesús. La cercanía de nuestro obispo, su
alegría y palabras han terminado por llevar a los jóvenes a preguntarse ese
cuánto de mí, él mismo ha retratado la imagen y lo vivido durante la marcha
como si hubiese estado presente en todo momento. Una sintonía que se
reflejaba con los cantos, el silencio, la escucha y curiosamente, ninguna
muestra exterior de fatiga. Maximiliano María Kolbe invita sin lugar a dudas a
darse generosamente sin improvisar nada, desde lo cotidiano.
Hemos tenido la impresión de que nadie quería
regresar, tan bien nos la hemos pasado, pero sobre todo porque ha reinado un
espíritu misionero y de mucha fe. Nos hemos despedido aun así, dándonos cita
para la IX Marcha Misionera Diocesana.
Cabe agradecer un pueblo entero que se ha volcado, párroco
Francisco Javier, vicario parroquial David, al diácono Ángel y todos los
jóvenes y menos jóvenes de la parroquia. Agradecemos también la seriedad, constancia
e incluso los detalles: cada uno de los participantes ha recibido una bolsa con
el recuerdo de los 250 años de la parroquia, dentro un folleto con los cantos,
la catequesis de San Maximiliano María Kolbe, preparada por Don Adolfo Ariza,
una manzana y una botella de agua, pero lo más el cariño y cercanía, sin olvidar al club de senderismo y a Protección
Civil; GRACIAS a cada uno de ellos, al equipo de preparación de la
Marcha, al coro, al Seminario Mayor San Pelagio al completo y desde luego a
nuestro Pastor y obispo Don Demetrio Fernández que ha hecho suya la marcha
misionera que fomenta la misionariedad en la Diócesis de Córdoba.
Rolando
Ruiz Durán
Parroquia San Mateo (Villanueva del Duque); Parroquia Santa Marina de Aguas Blancas (Villafranca);
Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (Pedro Abad); Parroquia San
Andrés Apóstol (Adamuz); Parroquia de la Inmaculada (Villa del Río);
Parroquia la Asunción (Valenzuela); Parroquia Santa María la Mayor (Baena);
Parroquias de Puente Genil: la Purificación, El Carmen, Jesús Nazareno – San José; Parroquia
de la Inmaculada Concepción (Almodóvar del Río); Parroquia de la
Inmaculada (La Carlota); Parroquias de Córdoba: Santa Luisa de
Marillac; Parroquia de Santa Beatriz de Silva; Parroquia Virgen del Camino, Parroquia
de la Esperanza; de Madrid Los Franciscanos Conventuales – Milicia de la
Inmaculada y las Franciscanas Misioneras de María; El Seminario Mayor San
Pelagio; la Delegación de Juventud y la
Delegación de Misiones Córdoba.
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