24 mar 2019

VIII MARCHA MISIONERA DIOCESANA DE CÓRDOBA


 
¿Cuánto de ti? ha sido la música de fondo o estribillo de la VIII Marcha Misionera Diocesana de Córdoba, nos hemos dado cita a las 10:00 de la mañana para esta marcha misionera, alegres jóvenes venidos de diferentes partes de la diócesis, con entusiasmo y alegría al encuentro de un Jesús que nos anima a la misión. Este año la figura de un santo que nos ha inspirado para la marcha fue San Maximiliano María Kolbe, franciscano conventual, polaco y enamorado de la Inmaculada.
Para muchos aún, un desconocido, para otros una estrella nueva que urgía con esa pregunta interior ¿Cuánto de ti? Sí el lema ya habla por sí sólo, expectación y confianza. Entre los 530 que se han inscrito, algunos porque otros iban, otros porque la marcha ya forma parte de su caminar cristiano, otros porque la misión nunca deja de entusiasmar. Pero la expectación de hablar hoy de Maximiliano María Kolbe sembraba una inquietud interior que no dice su nombre.

No hay marcha misionera sin una oración, sin un testimonio, sin un redescubrir las razones para caminar. Y así, jóvenes, chicos y chicas, nos han introducido en el escenario de una vida entregada e intercambiada generosamente. Para los que sabían poco del padre Kolbe, ahí iniciaba algo que iría, como ritornelo, haciendo mella en el corazón.
Una  performance, con música y escenario joven y lleno de comunicación. Colores misioneros a través de pañoletas, algunos ya a rayas que hacían pensar en los prisioneros, una silueta que evocaba al franciscano Kolbe, todos los ojos atentos, los oídos a la escucha y el corazón entrando en la sintonía con las imágenes. Los chicos de Villa del Río y alguno más de Santa Luisa de Marillac dirigidos por Don Miguel David Pozo han sabido ponernos a tono e iniciar con belleza la transmisión de una vida que se dona. Impactante el gesto, hermoso, silencioso ese cambio por aquel padre de familia, “soy sacerdote católico” ocurría un cambio de suerte. Una joven comentaba después: “yo no entendía nada al principio, pero cuando he visto ese gesto algo me ha llegado muy fuerte, sí ahí entendí todo”. Emoción y descubrimiento, pero cuando Guillermo Padilla, seminarista diocesano de quinto del Seminario San Pelagio, cogía la cruz misionera y abrazaba al que hacía las veces de Maximiliano Kolbe algo ha saltado del escenario a cada uno de los espectadores, era como un ¿CUÁNTO DE TI? cristalizándose en cada uno de nosotros. Su sencillez y gran fe, observada incluso cuando continuaba a hablar, hubo momentos en que cerraba sus ojos, una experiencia para entender y vibrar, sus sueños, los encuentros con la misión, con personas, su juventud y gran alegría para ir dando pasos al ritmo preguntarse lo que Dios quiere de mí, y responder generosamente desde la fe.


Esto ha sido el inicio que ha subyugado espíritus y ha envuelto en un mismo caminar esa mañana soleada por los campos del Valle bajo del Guadalquivir. La marcha iniciaba, pero con nuevas disposiciones interiores, no extrañaba para nada los hábitos de tres frailes conventuales entremezclados entre todos, tampoco la figura de los sacerdotes o seminaristas, muchos jóvenes, unos pequeños y otros no tanto, alegría, comunicación, sí todo eso, lo normal, pero no se ha oído rechistar a nadie por el cansancio, la primera cuesta ha sido dura, pero el corazón estaba aún rebosante para ir más allá de las fatigas. En El Rinconcillo, nos hemos dividido en 25 grupos, cada uno de los seminaristas y los jóvenes de la delegación de misiones se han cogido un grupillo, entre veinte y veintidós de los diferentes pueblos  y ciudades. Vaya que se han impregnado, era difícil hacerles ver que el tiempo había terminado para reanudar la marcha.
A eso de las 14:45 llegábamos un poco cansados y con hambre a la cancha de fútbol. El alcalde del pueblo nos ha recibido, recordado que La Carlota lleva 250 años de vida, que la parroquia de la Inmaculada los mismos y que nosotros íbamos a marcar ese acontecimiento. El cansancio había desaparecido después de un buen bocata, agua y alguna cosilla más. Fray Juan Cormenzana, venido de Madrid con otros dos franciscanos conventuales y con un regalo: la reliquia de San Maximiliano Kolbe (unos pelos de su barba), nos ha hablado de este santo indicando tres cosas del santo: amor a Cristo, a la Inmaculada y a las misiones. En su pasión por que el Evangelio llegue a todos los rincones del mundo. Estas tres pasiones lo llevaron a Japón sin hablar japonés y con el deseo de anunciar el Evangelio con una gran confianza en la Inmaculada.


Así, para sorpresa de todos y acompañar la procesión,  de la reliquia, la imagen de San Maximiliano y  la de la Inmaculada, la banda del pueblo nos ha acompañado hasta la Iglesia durante un kilómetro y seiscientos metros dando vida a La Carlota que veían una juventud alegre y llena de fe.
En la plaza de la Iglesia nos esperaba preparado el altar y el pastor de nuestra diócesis  Don Demetrio Fernández acompañado de Don Antonio Evans, delegado de misiones y de muchos sacerdotes y fieles que ahí se habían congregado para celebrar la comunión con el Señor Jesús. La cercanía de nuestro obispo, su alegría y palabras han terminado por llevar a los jóvenes a preguntarse ese cuánto de mí, él mismo ha retratado la imagen y lo vivido durante la marcha como si hubiese estado presente en todo momento. Una sintonía que se reflejaba con los cantos, el silencio, la escucha y curiosamente, ninguna muestra exterior de fatiga. Maximiliano María Kolbe invita sin lugar a dudas a darse generosamente sin improvisar nada, desde lo cotidiano.


Hemos tenido la impresión de que nadie quería regresar, tan bien nos la hemos pasado, pero sobre todo porque ha reinado un espíritu misionero y de mucha fe. Nos hemos despedido aun así, dándonos cita para la IX Marcha Misionera Diocesana.


Cabe agradecer un pueblo entero que se ha volcado, párroco Francisco Javier, vicario parroquial David, al diácono Ángel y todos los jóvenes y menos jóvenes de la parroquia. Agradecemos también la seriedad, constancia e incluso los detalles: cada uno de los participantes ha recibido una bolsa con el recuerdo de los 250 años de la parroquia, dentro un folleto con los cantos, la catequesis de San Maximiliano María Kolbe, preparada por Don Adolfo Ariza, una manzana y una botella de agua, pero lo más el cariño y cercanía,  sin olvidar al club de senderismo y a Protección Civil; GRACIAS a cada uno de ellos, al equipo de preparación de la Marcha, al coro, al Seminario Mayor San Pelagio al completo y desde luego a nuestro Pastor y obispo Don Demetrio Fernández que ha hecho suya la marcha misionera que fomenta la misionariedad en la Diócesis de Córdoba.
Rolando Ruiz Durán


Parroquia San Mateo (Villanueva del Duque);  Parroquia Santa Marina de Aguas Blancas (Villafranca); Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (Pedro Abad); Parroquia San Andrés Apóstol (Adamuz); Parroquia de la Inmaculada (Villa del Río); Parroquia la Asunción (Valenzuela); Parroquia Santa María la Mayor (Baena); Parroquias de Puente Genil: la Purificación,  El Carmen, Jesús Nazareno – San José; Parroquia de la Inmaculada Concepción (Almodóvar del Río); Parroquia de la Inmaculada (La Carlota); Parroquias de Córdoba: Santa Luisa de Marillac; Parroquia de Santa Beatriz de Silva; Parroquia Virgen del Camino, Parroquia de la Esperanza; de Madrid Los Franciscanos Conventuales – Milicia de la Inmaculada y las Franciscanas Misioneras de María; El Seminario Mayor San Pelagio;  la Delegación de Juventud y la Delegación de Misiones Córdoba.



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