Acabamos de terminar nuestra Asamblea de formación del mes
de septiembre. Y es que los Institutos Misioneros reunidos en el S.C.A.M. (Servicio Conjunto de Animación Misionera) consideramos de vital importancia este tipo de encuentros para crecer tanto
personal como comunitariamente. La diversidad y multiplicidad de realidades y
culturas que nos unen no es un motivo de desánimo para nosotros, bien al
contrario, nos impulsa a vivir con más coherencia y determinación aquello por
lo que hemos consagrado nuestra vida, la misión.
Hemos reflexionado sobre los desafíos actuales para los
Institutos Misioneros en España. Ciertamente hay desafíos a nivel de
programación, de trabajo, de metodología, etc… pero el desafío más importante
es el que cada uno de nosotros debe vivir en su cotidianidad para ser fiel a la
llamada de Jesús que nos convoca.
El Evangelio de Jesús es nuestra alegría, nuestro sustento y
nuestro quehacer sin el que no podríamos vivir.
La misión vivida en comunidad,
en fraternidad, es el testimonio más grande que podemos ofrecer actualmente a
nuestro mundo de hoy tan sensible a los individualismos, particularismos y
nacionalismos.
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