Este verano, por cuarto año, he
participado en el Campo de trabajo que Rolando Ruíz, Javeriano, y Manoli
García, fmm, organizan en Ceuta; ofreciendo a un grupo de jóvenes una experiencia que reposa en tres pilares:
1. Relación
con inmigrantes subsaharianos residentes en el CETI (centro de estancia
temporal de inmigrantes).
2. Formación
y contacto con la diversidad religiosa existente en Ceuta, y
3. Fe;
elaborando y compartiendo nuestro propio proceso.
Este año éramos 14, dividíamos el
tiempo de la mañana en tres talleres para inmigrantes: español, manualidades e
informática, pero lo principal era perder el miedo a la diferencia, convivir,
jugar, hacer amistad. Las chicas jugaron un partido de futbol con las nuestras,
(perdimos) y varios días, tres de nosotras, subimos al CETI a hacer a las
chicas la manicura. Formas de relación sin más pretensión que la cercanía y la
amistad.
Ceuta es un lugar privilegiado
para encontrar creyentes de otras religiones: musulmanes, hindúes, judíos; el
campo incluye presentaciones documentadas sobre las mismas y visita a sus
lugares de culto, así como la participación en eventos de la vida civil y
eclesial de la ciudad y dos días de visita a Tetuán: inmersión en un país
musulmán y contacto con la iglesia local y su labor.
Son 15 días intensos,
complementados con películas, largas sobremesas en las que nos abrimos unos a
otros y tiempo de oración. Hasta ahí, todo según el programa, pero… este año
dos novedades han venido a añadirse e intensificar, si se puede hablar así,
nuestro campo. Una ha sido la presencia entre nosotros de una joven catecúmena (36
años). Llena de vida, de gracia natural y sobrenatural, estrenando liberación y
experimentado, según sus palabras, “el ciento por uno que Dios da a los que lo
dejan todo por él” Nos ha alegrado y cuestionado no poco.
La otra, la visita, no
programada, a la “Biblioteca universitaria y Centro Cultural Padre Lerchundi”
del Martil (Marruecos) a 12 Km. de Tetuán. Acudimos a su invitación.
¿Qué encontramos allí de
extraordinario? Hombres y mujeres de distinta nacionalidad, raza, religión,
condición social, trabajando juntos, aportando cada uno su especificidad, su
don, reconocido y celebrado por todos los demás, cada uno admirando la
biografía del otro, nadie aparecía como más que otro, cada uno tenía su sitio,
su punto de vista ampliaba la visión de todos. Lo que más me llamó la atención
fue que todo esto parecía una forma de vivir, siempre trabajando, dialogando,
reconociendo al otro, humildemente. Esto se me parecía a evangelio muchísimo.
Los proyectos en los que estaban
son de lo más variado. Desde la implantación en el Sahara del cultivo del olivo
de manera sostenible, hasta el estudio de la influencia sefardí en la cultura
del Magreb. Es un grupo con “pensamiento” les había de bastante talla
intelectual, su fuerte son los Foros en los que se tratan temas de actualidad
desde los distintos ángulos en que son posible percibirlos, para encontrar
respuestas desde los diferentes asociacionismos o compromisos.
Hacer del diálogo y del encuentro
entre culturas un trabajo de humanización y paz, me pareció en ellos real.
¡Y lo que es más fuerte! Todos
tenían en la boca al Padre Lerchundi, ofm, nacido en Orio en 1836 y que
en 30 años de estancia en Marruecos desarrolló una ingente labor social,
educativa, caritativa y lingüística. Tanto es así que se le considera el español
más influyente en el Marruecos del siglo IXX.
Deciros, además, que la comunidad
fmm de Martil está pegada a esta sede. Yo sé que nuestra hermana Esther Arrieta
ha trabajado muy activamente en la recuperación de la biblioteca, de gran
valor, y que mucho se les habrá pegado del talante de este hermano.
Al final de aquel día, cuando por
la noche compartíamos las impresiones de de la visita, uno de los jóvenes
dijo:”me doy cuenta de que la iglesia, allí donde va, planta su semilla. Cuando
parece que no es tiempo de fruto, como ahora, cuando disminuyen notablemente
los cristianos en el Magreb, se contemplan rebrotes que evocan el Reino, con
otras formas, con otros elementos como protagonistas, pero anunciadores, sin
saberlo, de la acción evangelizadora de la Iglesia”.
Gracias al Padre Lerchundi,
gracias a las fmm en el Magreb. Gracias a Rolando y a Manoli, gracias a Dios,
que en nosotros y a nuestro alrededor, siembra y siembra y siembra, su Reino.
Hna. María Luisa Gutiérrez fmm
Burgos
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