LA MONJA DE LOS PIES
Las cenizas de Isabel Solà (Barcelona, 1965), asesinada el
2 de septiembre en Haití, ya están esparcidas sobre la tierra que la
vio llegar hace siete años, uno antes de que un seísmo quebrara el país
con la fuerza de un grado 7,7 de la escala Richter y lo sumiera en el
desamparo. El funeral se celebró el pasado jueves en Puerto Príncipe,
con la asistencia de sus cuatro hermanos, sus amigas, con los superiores
de la congregación así como la comunidad religiosa que reside en Haití.
También acudieron a despedir a la “monja de los pies” sus lisiados, los
alumnos de la escuela de formación profesional y los maestros rurales a
los que rehabilitó sus escuelas, así como los pacientes del dispensario
que construyó tras el terremoto.
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Esa iniciativa derivó después en la ONG de Pérez Porro. También de este modo se inició una amistad inquebrantable. “Bajita, rubia, ojos azules y una voz tan dulce no esperabas que condujera el 4×4 por las carreteras de Guinea o Haití como si fuera un piloto del París Dakar o que se zambullera en el mar en bañador con toda naturalidad”, la describe el dentista. Al mes del terremoto que dejó un país en ruinas, con 300.000 muertos y cientos de miles de heridos, Pérez Porro y el traumatólogo Javier Trench, también amigo de Isa, exploraron el terreno a petición de la misionera que quería montar un centro ortopédico. El país era un caos de organización. A su vuelta a Barcelona, acudieron a un experto en planificación. “Construimos su taller, después un dispensario, un centro de FP para amputados, y un programa de microcréditos para que montaran su primer negocio… En cada proyecto Isa ya veía una nueva necesidad”. Logró que la Universidad Don Bosco de la República Dominicana enviara profesores y alumnos en prácticas, y consiguió técnicos y fisioterapeutas voluntarios, con largas estancias. Involucró a sus hermanos, especialmente a Javier, en la fundación Juntos Mejor con la que rehabilitaron escuelas rurales y formaron maestros.
Desde esta página le rendimos nuestro pequeño homenaje, nuestra despedida y agradecimiento por una vida entregada, por haber devuelto pies y manos al pueblo haitiano.
Foto 1: El viernes 2 de septiembre Isabel Solá murió asesinada en Puerto Principe, Haití. Su vida entregada y el testimonio de su martirio nos recuerda de nuevo, como entre los más pobres, personas cautivada por la figura de Jesús de Nazaret viven dispuestos a dar la vida hasta el extremo.
Foto 2: Marcos Recolons, misionero jesuita y director de Fe y Alegría en Haití escribió después de su muerte: “Desde que la conocí, mi amistad con ella y mi admiración han ido aumentando por su identificación y solidaridad con el pueblo haitiano y especialmente con los más pobres y con los damnificados por el terremoto, su empuje para afrontar todas las dificultades, su capacidad organizativa, liderazgo, espiritualidad profunda… una mujer extraordinaria, que me siento privilegiado de haber conocido”.
Foto 3: Su presencia era, según describen, como un viento fresco de verano que desordena todo a su paso dejando una sensación de bienestar y energía, contagiando las ganas de ayudar. Poco o mucho sus amigos se encontraban envueltos en alguno de sus proyectos.
Foto 4: En su ordenador se ha encontrado un escrito del mes de marzo en el que agradece a la congregación haberle permitido trabajar en Guinea y en Haití, “un regalo de Dios”, y en el que pide que sus cenizas se queden en el país.
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