Como el Padre me envió, así os envío yo: ¡Recibid el Espíritu Santo!

Como Iglesia, como mundo, hoy necesitamos de esta efusión del Espíritu Santo sobre nuestra vida, estando encerrados por diferentes motivos, el Espíritu Santo nos hace salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás y poder ofrecer lo mejor que tenemos: el mensaje de vida y amor del Evangelio de Jesús. El Espíritu Santo nos hace testigos de la vida y amor de Dios, nos da su fuerza, su valentía, sus dones para poder comunicar por el mundo entero la Buena Noticia del Reino de Dios.
"Como el Padre me envió, así os envío yo: recibid el Espíritu Santo." Es el Espíritu de Dios que nos mueve a la misión por el mundo, por eso, en este Pentecostes, en medio de la pandemia que vivimos, pedimos que el Padre y el Hijo nos siga dando su Espíritu de Vida y Amor para que, en cada lugar y rincón de nuestro mundo, se anuncie el Evangelio de Jesús, para que todos puedan tener vida y vida en abundancia.
Que el Espíritu Santo, con su fuego, nos haga arder el corazón y, con su fuego, seamos propagadores de vida, de fuegos que encienden otros fuegos. Esta es la tarea de los misioneros, movidos por el Espíritu Santo, encendidos de su amor, inundados de sus dones, ir por el mundo entero, en cada época de la historia, anunciando con pasión la Palabra de Dios que salva, sirviendo con amor a los más pobres y anunciando en los lugares de la tierra donde el Evangelio aún no es escuchado.
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